Construido en 1957 para abastecer de agua a la antigua central hidroeléctrica de Miller, este pequeño embalse recoge las aguas del río Segura tras su paso por La Toba.

Su singular ubicación, encajado entre espectaculares montañas cubiertas de densos pinares, hace que su imagen se asemeje más a las de los típicos lagos presentes en cumbres montañosas que a la de un embalse. Bajo sus aguas se encuentra la antigua aldea de Las Casicas, de la que únicamente es visible a día de hoy su antigua iglesia.

Las distintas tonalidades de sus aguas, en función de la luz,  varían desde el azul turquesa hasta el verde esmeralda, siendo un auténtico espectáculo contemplar su silueta desde cumbres cercanas como el Puntal de la Misa o la Umbría de los Anguijones.